Una puerta dura con estrías y cicatrices causadas por el
juego de los niños, el vandalismo de la zona y el descuido. Acompañada de una
fachada sin encanto o modificaciones acostumbrada a recoger tierra y ser lavada
solo por la lluvia.
Aquí disfruto de la autoridad prestada por medio de una
llave ajena y sucesora de otras que me han rechazado y han preferido fragmentarse
a permitir mi paso.
Ese techo sobre mi cabeza, es el lugar al que en ocasiones
anhelo llegar y a veces no le hallo escape. Allí figuran lo que figura como mis pertenencias y a pesar de
traer mis marcas y poder ser separadas de mi fácilmente se reúsan a ser
descartadas no por su uso si por ser mis
pruebas de haber existido.
En ese lugar soy servidor, amigo, edecán, pareja y en ocasiones
servido. Cocino, me aseo, juego y en raras ocasiones limpio o estudio.
Es mi paraíso del ocio y como rara vez lo uso
edificantemente se asemeja al infierno del auto abandono.
Es un lugar prometedor con grandes oportunidades, proyecto
magnifico con demasiados escombros, recuerdos y opiniones contrarias, como para
estar dispuesto al cambio.
Sin el espacio suficiente para sentirse cómodo ni tan
estrecho para ser llamado celda, pero mis cosas se esparcen por el piso y el
tiempo se me escapa de las manos
buscando cosas que recién creía encontradas.
Es mi refugio en la noche, mi palacio cuando pudo proveerlo
y mi gruta cuando me hallo sin salida. El calabozo del monstruo que rasga mi
piel y parece devorar mi conciencia o la cripta donde fue enterrado en vida un
genio que subsiste de promesas quimeras.
Croido Shibumi Martes
25 de febrero del 2014
German A Gomez Garcia 10:01
pm